Una pequeña bio.



 

Detrás de Lùya se esconde su otro yo, Nuria, aunque ambas forman una buena simbiosis desde hace tiempo, pero a Nuria le cuesta percatarse de ello. Pensé que sería un buen momento para recordárselo, y porque no empezar ya mismo, a través de este canal que entre las dos hemos creado.

Nací en Alicante (España), un 20 de abril del año 91. Asomé mi cabecita y luego mini cuerpo justo a las 15.35 horas en el Hospital General de Alicante, después, según cuenta mi madre, de varias semanas de retraso. El parto fue bien, aunque fueron casi 3 días de contracciones en las que no me decidía, vaya. Y es que, en un principio estaba previsto que naciese a principios de abril, pero resulta que estaba demasiado cómoda dentro de esa placenta; seguramente mi madre habría creado un clima demasiado perfecto como para estropearlo. Eso, o que me las veía venir y dije, » ni de coña salgo yo a ver eso con lo bien que estoy aquí». Total, que salir, salí.

Pesé casi cuatro quilos y medio, así que muy gorda para ser un bebé. Dice mi madre que las enfermeras del hospital se paseaban conmigo animando a los pacientes para que adivinasen mi corta edad. Por supuesto nadie pensó que justo acababa de nacer.

De acuerdo con el principio mandálico, toda nuestra energía está concentrada en el centro del mandala, lo que básicamente es nuestra semilla energética ⊕ (y que se desarrolla a lo largo de nuestra vida). En la filosofía astrológica,  esta energía irrumpe en nosotros a través de lo que ellos llaman el ascendente de nuestra carta natal en el momento de nuestro nacimiento. Esto es importante porque marca desde la forma en que nacemos hasta aquella energía que llevaremos con nosotres toda la vida, incluso sin reconocerla propia, como suele pasar. Lo mejor es que, es de esta energía de la que más debemos aprender; no es que sea un deber, aquí no hay reglas que cumplir, pero al menos conocerla, -si bien el saber no ocupa lugar y es libre de cada cuál-, intentar integrarla, para poder desarrollarnos a otro nivel. En mi caso, nací con el mandala de la energía leonina, y a día de hoy es algo que puedo contrastar como «cierto», ya que casi todo lo ocurrido en mi vida resuena mucho con Leo. Además del ascendente, el planeta solar circulaba por Aries, aunque casi despidiéndose de su esfera, y la luna andaba dichosa por Cáncer.

En cuanto al eneagrama «prototipo», bajo lo que he podido investigar y de lo que sé sobre mi, por hoy, me convierte en un 5 ala 4… Pero sigo dudando cada vez que profundizo en esa herramienta, es bastante difícil imaginarse encajar siempre en un eneatipo, cambiamos constantemente (y no, no soy un 6…, descartao’). ¿Quizás un 1 ala 2? Ni idea.

No he encontrado el lugar donde «plantar el huevo», como dice mi padre, ni donde «echar raíces». Pero es que yo no nací como una gallina, ni como árbol, es fácil de entender. Y quizás tampoco acabe de ser en ningún sitio, ni de nadie. O sí. O no.   El caso es que, aunque sí me produce algún que otro desequilibro emocional pensar en un sentido de la pertenencia a un grupo y/o lugar concreto, le doy importancia relativa. Me gusta más pensar que puedo plantar semillas por donde paso.

Soy autodidacta; las cosas que creo entender las sé porque he querido, me han suscitado inquietud, por poca que fuera, y me he buscado la vida en aprenderlo. No hay más misterio. También me gusta el mundo, y aprendo de él….

Me encanta el autoconocimiento, no hasta el punto del psiquiátrico pero, bueno, digamos que bastante. Y aún me desconcierta saber que no sé nada, pero no solo de mi, sino de todo en general. Que por muchas cosas que una vaya prendiendo, reconocerse como ignorante de mil otros asuntos más le honra. También sé que ese no es el camino, que no hace falta saberlo todo.

En resumen, desconceptualizarme un poquito más cada día y tener un pilar mental de valores que compartir con el mundo, que dicen de mí y me hacen sentir bien; es algo que trabajo y procuro prolongar en el tiempo, para mí de lo más difícil, ya que la vida es muy contradictoria.

Por último, algunas cosas que  consiguen «centrarme» cuando las cosas van muy mal y también muy bien:

  • perderme y explorar mientras viajo (y más sola, aunque nunca lo llego a estar del todo…)
  • conocer algo nuevo
  • comer y saborear lentamente cualquier alimento que me guste mucho muchísimo
  • bailar sin coreografías
  • dibujar
  • la música en general y cantar
  • leer y/o escuchar historias que me inspiren
  • conocer y disfrutar de gente que me motive a ser mejor persona.