No hay que pensar bien ni mal tanto, ni escuchar si quiera lo que nos dicen. Hay veces que cuando mejor estoy es pensando menos y olvidando más lo que tengo en mente. Desde luego, el mundo es para volverse loco con tanta andadura de gente pronunciándose y dirigiendo al respecto de tus voces internas. Algunos consejos:
No escuches a la gente que no se escucha a si misma primero.
No escuches a la gente que mata tu genuina creación divina e imaginativo poder de ensoñación.
No escuches, ni mucho menos, a aquellos que no escuchan activamente en una conversación.
No escuches chismes de gente. ¿Qué más dará todo….? El tiempo es oro.
No escuches a los que dicen siempre NO. Pero tampoco a los que dicen siempre que SÍ. Los primeros andan temerosos en la vida y los segundos inseguros ante la incertidumbre de la misma.
No escuches a aquellos que, sin parar, no pasan por convertir en acciones concretas sus habladurías.
Pero no me escuches a mi tampoco, o me leas en este caso, no hagas caso de nadie. Hazte caso a ti SIEMPRE, y dedica a practicar la escucha interna, la que proviene del mismísimo corazón. Las corazonadas, o intuiciones, o presagios, o el universo en su infinita sabiduría, si prestamos atención, queriendo lo mejor para nosotros, en algún momento, convierte en destino nuestro sentir.
Esto es real.
Y bla bla bla… mucha habladuría yo también. Simplemente es que me está ocurriendo. En plena efervescencia de desarrollo personal, el universo me manda muchísimas señales. Empiezo a encontrarme mejor que hace unos años, y parece que la vida me está ofreciendo una cara más amigable.
Siento que nuevas personas llegarán a mi vida, personas de calidad y para quedarse, por fin.
Siento que estoy feliz ahora, fluyendo más con la vida, y esa paz me basta para sentirme más plena.
No me preocupa lo que pueda ocurrir mañana. Estoy lista. Pero no he dejado, ni dejaré de TRABAJAR en las cosas que más me gustan. El universo es afable pero la correspondencia manda de alguna manera ilógica que no alcanzamos a entender… (al menos yo no).