Con los ojos resplandecientes,
grandes, tristes y sombríos,
con tu cara larguiducha,
y su afanoso desvío.
Con la melena al viento,
desnuda, moribunda, cansada,
y asusta.
Con la mirada puesta,
la sala llena,
cadera ancha,
y vaivén que espera.
Con la emoción sangrante congelada,
pero despierta,
contigo y mil rarezas,
con la cama desecha
y esa luz secreta.
Si sentir el vacío es cosa mundana,
al menos está la esperanza,
el rayo de luz,
de encontrarme contigo, si no hoy,
mañana.