25/10/2018
Mi primer Workaway y en Escocia. La verdad es que aún noto como no soy lo suficientemente fluida en inglés, qué rabia tengo. La escucho arder por dentro. La noto.
Lo primero que puedo decir al respecto es que hace frío, y mucho, pero siempre puede ser peor, ya que de momento no está nevando (aunque según Susan no nieva por aquí debido a la proximidad del mar). Mis primeras impresiones son crudas, me cruzo ante mi realidad transformada y proyectada en canciones, momentos y personas. Al observarlas, veo su individualidad y esencia, me muestran algo bonito.
Susan me parece una mujer muy entrañable, muy escocesa también. Tiene una voz realmente hermosa, creo que debería dedicarse a cantar, pero algo me dice que en el fondo de su ser- sabiendo realmente debería dedicarse a ello- es una mujer insegura, construida en el miedo ( con un marido profundamente machista, y ella también) ý no hace nada por luchar en contra ese instinto. Vamos, que nació para eso.
Su hijo me da ternura, me gusta jugar con él y ver que a pesar de esa fachada que se ha fabricado con videojuegos y personajes animados, fantásticos e imaginarios, es realmente un niño, lo he visto en él y me ha latido el corazón de emoción al presenciar su esencia. A pesar de eso, quiso que le enseñara las tetas mientras jugábamos a matar a villanos ensangrentados, lobos terribles y crueles, que sólo quieren decapitar y arrancarme la piel. No solo eso, Byron disfrutaba haciéndome cortes en la piel con su cuchillo falso para Halloween. Todo ello mientras yo me mantenía en el centro del trampolín, preparada para que él empezara cualquier ritual satánico que cruzara su mente. Luego saltamos juntos como si nada. Es normal, supongo que es normal a su edad. Byron tiene 9 años y creo que es el niño menos niño que he conocido nunca, sobrecoge su dialéctica.
Escribo estas líneas random de camino a la estación de Glasgow, sentada en un viejo tren al lado de la ventanilla. Los paisajes son claros y oscuros, y se mezclan con la maleza profunda y exótica.Parece que haya caído el diluvio universal, pero no, es que en Escocia siempre hace esta humedad nauseabunda. Es como si salieras de una ducha caliente, te adentraras en el ambiente frío de un pasadizo y volvieras a la ducha caliente. Sí, una extraña sensación térmica pero hogareña.
Me pregunto ahora mismo en qué habré aportado en esta experiencia como voluntaria en el castillo de la señora Denver. Quizás comience pensando en las personas que he conocido, que me han mostrado esa parte no unificada en mi; todos tienen cada unos de los pedazos abstractos que me definen, y por eso me he dejado encandilar fácilmente. Me encanta ver a la gente sentirse especial, mostrando lo que son, mientras mi yo reposa en las nubes, libre, y haciendo y diciendo lo que piensa, de acuerdo con lo que siento, y que además, todo ello se convierta en un sentimiento recíproco, fluido y bonito. Aunque mejor digo que nunca tengáis expectativas de nada ni nadie, seréis más felices.
No sé cuánto durará esta travesía que acabo de tomar, pero sé que me he sentido mucho más feliz y plena, satisfecha, inmensa, infinita, incansable y emocionalmente estable en estas dos enteras semanas que en los últimos tres meses. Había viajado también, pero no de la misma forma. Entonces, reflexiono y pienso en voz alta ¿qué es eso que nos hace sonreír sin motivo y vivir sin objetivo? ¿ Qué ha sido eso que me ha impulsado a levantarme contenta y motivada aún estando a punto de caer en una gripe y con fiebre (sí, el cambio de tiempo me afectó un poco a la salud). Sigo esperando respuesta. Quizá no la hay, de momento.
The castle.
My view every morning al bajar a la entrada principal del castillo