Mercurio retrógrado

  • MERCURIO RETRÓGRADO

Precipitarse a tomar una decisión en pleno Mercurio retrógrado puede ser una de las grandes catastróficas desdichas que puedan ocurrir en tu vida, si es que necesitas tomar la  decisión de manera arriesgada y en poco tiempo. Yo en tu lugar repensaría y retomaría la duda, siempre amiga y bienvenida.

Existe siempre una delgada línea entre aquello de lo que dudamos muchas veces y de lo que estamos muy seguros. Si hay algo de lo que no estás al 100×100 “seguro”, en esta época astrológica, tan turbulenta, mejor no te precipites. Al menos no tanto.  Duda. Reconsidera la decisión y toma pausa. Tómate un café, o un baño. O los dos. O mejor, no hagas nada. Cualquier decisión podría ser más trascendental de lo que tú crees. Cualquier cometido ahora podría tener una huella y una onda expansiva demasiado grande. O demasiado profunda. O demasiado pesada. La conciencia pesa más sobre nosotros de lo que creemos y la inteligencia muchas veces no juega a nuestro favor. 

 

Y no habría vuelta atrás. Y no habría ni resquicios de un pasado, porque te echarías hacia adelante de tal modo que no tendrías energía ni para mirar atrás. Muchas narices al asunto, pensarías. 

 

En eso ando yo reflexionando estos días.

 

Pero ya no sé qué pensar. Cierto es que no paro de darle vueltas a lo mismo de siempre. ¿Dejarlo todo para viajar por el mundo? ¿Quedarme aquí y probar? ¿Probar qué? ¿Alguna vez has tenido conexión con alguien así? Piensa. Y dale.  

Tampoco he estado con tanta gente en esta vida como para reconsiderar algo más. ¿Qué es lo que estoy sintiendo?, ¿Miedo a la soledad?, ¿ Miedo a no poder yo sola amarrar fuerzas y construir mi propia vida?. Miedo a construir mi propia vida, mi propia escala  humana-social-mental- espiritual. Eso puede que tenga algún sentido en lo que estoy experimentando y sintiendo, por ahora.

 

Necesito estar con alguien con quien tener conexión profunda. Y esa conexión no llega sin más. Todo pasa por algo, dicen. Joder, otra vez la misma idea milenial mega religiosa happyflower. Sigo pensando que la astrología es la nueva religión del siglo XXI.

 Igual no todo o nada pasa por alguna razón, las cosas pasan sin más. Punto.

 

No obstante, estuve comparando los tránsitos astrológicos de mi carta de RS estos días atrás y me encontré con varias sorpresas. Lo primero es que mi carta de revolución solar es bastante compatible con la del otro, señor X, vamos a llamarle. No estoy 100×100 segura, pero no dudo de mi habilidad técnica y conocimiento sobre astrología para afirmar que esto no sea así.

 

Hallé ascendentes complementarios. Soles con energía visceral y en casas opuestas que hacen un cóctel molotov perfecto para el encuadre. El lugar de Venus, Neptuno, Júpiter en mi casa 1 los sitúan en un enclave perfecto para el enamoramiento. Y así fue…

Mercurio curiosamente naufraga por casa 3, regente de la misma, junto a Urano, ese ser extraño e incomprendido. Sin ir más lejos, mi canal comunicativo es más eficaz estos días o semanas anteriores, con una fluidez pasmosa, pero siempre perpetuando los reveses del planeta en retrogradación. Tuve que dejar algunas cosas claras y se me abrieron muchos frentes que no logro encajar ni entender, por eso estoy aquí escribiendo.

 

Nací con mercurio retrógrado y además en Aries. Toda la vida tuve la sensación de que mi mente funcionaba a un ritmo desacompasado a mi capacidad comunicativa. Como si pensara lo que pensara, siempre iba a encontrar trampas en el camino para verbalizar, algo realmente perturbador para poder expresar de verdad lo que uno siente. Me sigue pasando. Por ello, en muchas ocasiones opto por el silencio.  El silencio sólo incomoda a los que no se conocen, y es la mejor herramienta para comunicar sin decir nada. En mi caso, crea confusión. Pero bueno, yo misma siempre estoy confusa, así que supongo que dice mucho más de mí (¿el silencio o la confusión?) que cualquier otra cosa. 

 

Mercurio retrógrado es fascinante. Apenas lo acabo de descubrir y ya necesito saber más.

Además, creo que estoy enamorada. O en fase de enamoramiento y la persona ya no está. Me toca tomar decisiones y no tengo las suficientes pruebas para saber hacia dónde dirigir mis planes. Pero me sobran motivos para la decisión. Y me sobran ganas e ilusión porque el futuro no acaba aquí, en este momento, ahora. El futuro no existe, sino que lo creamos con cada pensamiento y con cada palabra, cada acuerdo y cada decisión, valga la redundancia, que se tome o no. Eso, eso, me tiene ascuas. Mi futuro. Pero a la  vez no existe. Entonces, ¿de qué tengo miedo? De equivocarme supongo, pero no puede haber error, porque el único error es aquél de no haber tomado ninguna decisión. 

 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *