Quizás nunca nos habíamos sentido tan protegidos y cuidados como en aquella época. Nadie nos habló de la gravedad y la responsabilidad de la vida, de lo autómatas que éramos, de lo innegablemente copias de copistería en que nos estábamos convirtiendo, de lo grandioso de la humanidad y de nosotros mismos como especie y mucho menos imaginar en ningún momento que podíamos llegar a sucumbir a una invasión alienígena o algún movimiento extraterrestre en cualquier momento de nuestra existencia.
Justo en ese instante podíamos sentir el regazo del pecho de nuestra abuela, que daba igual lo que pasase a nuestro alrededor, como si se rompía todo en mil pedazos, lo único importante eran sus abrazos reconfortantes donde había mucho gozo y confort, mucho amor en aquél gesto tan simple y tierno. En ese momento, podían venir ciento cincuenta millones de invasiones de ovnis a la Tierra, que estaríamos en el lugar más seguro de todo el planeta.»
Cita sacada de «Una pequeña gran historia».
N. Zarco.