Cada vez que intento comunicarme siento que algo me para a la vez. Quizás nos sintamos incómodas vibrando en otras líneas paralelas, es como si hablase con una pared, un muro frontal inquebrantable, separado de aquél y de mi a la vez.
Entablar una comunicación de acuerdo a según qué y con quién, se vuelve en ocasiones en toda una proeza social, se convierte en un intento de quedar bien, como siempre, con rebotes que te saltan a cada intento que empiezas, y que al final no lleva a nada. ¿No tienes a veces conversaciones con gente y sientes que no has dicho absolutamente nada?
Cada día es una oportunidad nueva para mirarse y conocer, aprender, de ti, de mi, de lo que sea… Creo que «vivimos «en un túnel rápido de vida que no sabemos, desconocemos, y vamos al día a día, a lo que bien aprendido tenemos y sabemos (inconscientemente) que funciona. Si algo funciona, ¿para qué cambiar el registro? El problema viene cuando aquello «choca» con alguien o algo que te confronta con ese mecanismo aprendido y te invita a cuestionarlo. A veces duele…
Quizás yo lo sienta demasiado despacio todo, y no esté a la altura (o eso creo). Es como si all arund me me empujase a tener que forzar la velocidad e ir de crucero, algo con lo que sostener toda esta locura corriente, que al final no es más un grave problema mental, mantenido en el tiempo debido al desconocimiento sobre quiénes somos.
No quiero escribir algo que se pueda malinterpretar, pero es que ni tan siquiera sé cómo explicar con palabras lo que percibo, a veces, porque, y sintiéndolo así, y también por mi, vivo conectada irremediablemente a esa locura que se transmite más rápida que la espuma. La locura por tener que dejar una huella superficial a cada instante sobre quién creemos que somos, desconociendo que no sabemos en realidad qué somos, pero creemos que sí.
Solo hay que preguntar a alguien quién es y observa qué se contesta. Esta pregunta me la llevo haciendo mucho tiempo, quizás desde que empecé a leer algo de filosofía. O desde que la vida me puso en algún que otro aprieto. Ya no recuerdo si fue a raíz de una crisis vital o tras un momento de autopercepción propia, un largo camino que nunca acaba…
Con el tiempo, sin más, es que aprecio más el silencio, la soledad, la quietud y encontrar la ranura de luz a través de mí misma, sin necesidad de sostenerme de algo, o de alguien. Me siento tan cómoda de esta manera que me creo que no sé estar en sociedad. No creo que no sepa estar en sociedad, sino que la sociedad no sabe estar sin ella, sin este vacío que experimentamos todxs y que tapamos entre todxs con tonterías. Estoy harta de tonterías. Pero me encanta la risa. Reír de todo. Si lo ves como un juego se vuelve todo muy absurdo y hasta algo idiota pensar en la de cosas que pensamos como serias y en realidad no son más que tus pensamientos pensando por ti, diciéndote que lo son. Pero no es verdad, y ni tú mismo lo sabes.
Yo le digo: basta.
No sé si será así, pero hay asuntos que vemos comos ¿densos? cuando no lo son, y otros que podrían serlo con más razón, y ni se ponen encima de la mesa. Me falta profundidad. Añoro con ganas la conexión de verdad. ¿ Cómo puede ser que me haya sentido mucho más conectada en un desierto a solas, que en una callejuela rebosante de gente, vida y sonoridad…? ¿ Qué necesidad hay de tener que explicarme lo que sabes?
No se trata de hablar sobre Nietzsche ni volcar al hablar toda la información que leíste recientemente en tus doscientos veintitrés libros sobre desarrollo personal en cada cruce que mantengamos, pero por favor, al menos dame el respiro de poder sentirme libre de expresar lo que soy, o lo que creo que soy (ahora hablo de mi) sin máscaras, ni disfraces mentales ardientes y deseosos de atención y amor.
Amor para todxs. Os deseo una buena aceptación. Un buena búsqueda de la verdad, un buen análisis de la vida y un buen autocuestionamiento.
Ojo, que me encanta estar con gente… Espero que se haya entendido este post.