¿A quién pedimos responsabilidades? ¿A quién acudimos ante la emergencia climática? , ¿Quién es el culpable?, ¿A quién pedimos responsabilidades?…ufff ¿Por dónde empiezo? Por el principio.
Acabo de acudir a un debate sobre justicia climática en el 40 curso de derechos humanos del instituto de Catalunya. Para mi agrado, el debate ha transcurrido a un ritmo muy interesante y que dejaba evidencia muy notable de la mismísima causa a la solución del problema, o al menos, el principal preludio súper importante para poder abordarlo de manera eficaz: la falta de entendimiento entre la ciencia, el grano en el culo que molesta, y el derecho (obligaciones y responsabilidades establecidas por escrito a través de leyes compuestas por señores, (en masculino y muchos de ellos feudales), que no tienen ni idea de lo que significa ni tampoco han oído hablar de feminismo).
Habían cinco preguntas ya planteadas que los invitados deberían contestar, cada uno aportando su visión. En el debate: una científica ambientalista y dos letradas juristas.
Podríamos pensar que fuese enriquecedor escuchar y hablar de los entendidos en materia, sin embargo yo he atendido a otro debate distinto. Si observabas y leías entre líneas el postdiscurso de cada una y la atención que suscitaba en el resto, sacabas más conclusiones que poniendo atención al discurso en sí, a las palabras. He de decir que el discurso de las juristas eran sacados de enciclopedia y leídos como si fuéramos a la típica clase de universidad donde el profesor/a de turno de suelta el parrafaco teórico que a nadie le importa.
Sabemos los problemas, queremos soluciones pero estamos emperrados en las mismas discusiones, aferrados a aquello que nos diferencia más que lo que nos hace comunes. Y en este caso, si queremos salvar el planeta, la política a seguir es la política de lo común. De las tierras comunes, de los mares y ríos que son nuestros, suyos y que nos pertenecen, al igual que pertenecemos a ellos porque somos parte también.
El debate fue un despropósito en términos de evidencia de lo que está fallando una y otra vez: el diálogo y la escucha activa hacia el otro, hacia el el que piensa distinto y que puede aportar otra visión. Y me entristece todavía más pensar que eran tres mujeres, inteligentes, con su formación específica, las que ahondaban en las causas e investigaciones del tema principal, mientras que era un hombre el que moderaba en debate. ¿Y porqué digo esto? Porque no hubo un mínimo atisbo de FEMINISMO en el debate. Y esto, señoras y señores, es el gran problema que tiene ahora mismo el ser humano a la hora de resolver cualquier problemática subyacente a nuestra especie. Yo presencié algo muy contrario… Competencia y envidia malsana entre mujeres, y un deliberado proteccionismo e intento de cortejo, malogrado, creo, del hombre hacia la mujer que más sobresalía y que, de manera evidente, estaba siendo colocada en el punto de mira del resto, debido a su indudable elocuencia para contar los hechos, su conocimiento pragmático y su manera de transmitir con pasión toda la información que había trabajado a lo largo de su vida (además era la más joven). Curiosamente, fue esta mujer la única que mencionó el ecofeminismo como la única vía posible salvación del planeta. Las otras dos se quedaron a largas distancias de la solución, reforzando las leyes correspondientes y el marco legal como vía de protección y responsabilidades.
¿Qué intento decir? Que la que más me inspiró y me puso a sus pies fue la ambientalista. Que la única que trabajó su creatividad y la potenció fue ella, y se llevó un buen corte por parte de las otras dos. No quiero decir que todo sea color de rosa y fácil, pero intentemos ponerlo accesible entre nosotras. Facilitemos el mensaje si es bueno. Y esto ultimo podría aplicarse a cualquier persona que veas que entra en estado de flow, y que, sencillamente, transmite con integridad, inteligencia y buenas dosis de realismo su mensaje al mundo, cualquiera que sea.
Volviendo al debate. No queremos responsables ni responsabilidades, ni multas a países, ni leyes que los desampares y les hagan pagar por los ecocidios cometidos, queremos que os llevéis bien entre vosotras, que dejéis hablar sin envidias y sin miradas de telenovela dramática a la que aporta la visión cientifista, a la que con datos fehacientes, y con pruebas y número, te está diciendo que al planeta le quedan dos telediarios mientras tú sigues vomitando tu discurso del marco legal, muy bien aprendido desde hace décadas, mientras piensas que esta hippie- joven-perroflauta no tiene ni idea de cómo va el mundo, y que mejor se calle y que «vaya vestido me lleva puesto para la charlita», «Que yo sé mas y punto , ni idea tiene, se va a enterar esta de quién soy yo, voy a vomitar todo lo que sé sobre sostenibilidad para que se de cuenta de quién entiende más aquí.»
No, amigxs. Este no es el camino. A mi me dio mucha vergüenza. Ahí entendí el verdadero problema. La herida la tenemos nosotras, la solución en la palma de nuestra mano, pero unidas.
El feminismo nos va a salvar de muchas, ya lo veréis. Pero que sea por las buenas.
El feminismo nos va a salvar de tener que seguir compitiendo por ser merecedora de, en un mundo creado por y para los hombres, trabajando bajo sus leyes y costumbres impuestas, y que, además, está siendo destruido por los mismos. No os olvidéis que las más vulneradas en todo este desastre medioambiental somos nosotras, una vez más. NOSOTRAS; como siempre violadas, masacradas por la sociedad, forzadas a migrar ante situaciones desencadenantes de violencia (quien puede claro), a alumbrar a marchas forzadas, a labrar la tierra también, y saber cuidar del hogar a la vez, de criar los niños bien, de honrar los ancestros y san perico sus puñeteros palotes.
Todo esto para que tenga yo que asistir a un debate de este nivel y observar lo que nos queda por trabajar todavía…
😤
Mujeres, tenemos que unirnos en esto. No crear confusión ni tensiones entre nosotras, hagámonos entender, dejemos de complicarnos. Si alguna es más joven que tú, sabe de lo que habla y tiene el espacio y el momento de hacer llegar el mensaje a más gente, por lo que más queráis, dejadla hablar, por favor. Dadle el momento e incluso más tiempo. Alto y claro.
Sororidad le llaman. O compasión, qué sé yo, voy muy perdida con los términos.
