Un breve relato sobre el nacimiento de la antropología.

Los primeros que, de un modo sistemático, recopilaron distintas formas de
adaptarse y vivir en el mundo fueron geógrafos como el griego Heródoto
(484-425 a. C.) o el romano Estrabón (64 a. C.-23 d. C.). La Iglesia católica
dominó con su universalismo religioso durante la Edad Media un mundo europeo que perdió interés por las especificidades culturales. Geógrafos de otras tradiciones como Ibn Khaldun (1332-1406) continuaron con la labor de describir la diversidad del mundo conocido.

Otras relaciones de mundos desconocidos vinieron de la pluma de viajeros
tales como Marco Polo (1254-1323), que narró su viaje a China. La curiosidad por las costumbres de pueblos ajenos empezó a alimentar el interés europeo cuando la clase mercantilista anunciaba la aparición del capitalismo y se empezaron a financiar viajes marítimos de exploración que iban «descubriendo» nuevos territorios y pueblos.

Durante esta época, los distintos pueblos y culturas eran tratados como un
reflejo invertido de los europeos más que como entidades en sí mismas con
su propia historia.

El interés por el otro quedaba limitado a los libros de viaje, por una
parte, y a la filosofía social, por otra, que comenzaba a especular sobre
la unidad y variabilidad de los seres humanos.

El pensamiento ilustrado y sus predecesores renacentistas sentaron las bases de lo que posteriormente sería la ciencia antropológica.

 

 

Un texto extraído de:

Beltrán Antolín, Joaquín (2021). La tradición antropológica y la diversidad cultural. Barcelona

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